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PMM:RP - Capitulo 41: Herido (2)

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WillChar96's avatar
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(Primera parte: PMM:RP - Capitulo 41: Herido (1))

Fuerte Esmeralda



Para Char, el viaje de vuelta a la ciudad fue silencioso, tétrico, y casi tan aterrador como la noche anterior.

Una terrible quietud permanecía en el aire, el tipo de quietud que ocurre luego de un desastre como un tornado o una gran inundación. Pero no había mucho daño causado a las instalaciones de la fortaleza; la mayoría de los edificios todavía se erguían, ilesos, en donde algún ataque errante de Pokémon no había destrozado o echado alguno de sus ladrillos. Pero aunque el daño no podía ser visto, se podía sentir. Las calles estaban paradas, silenciosas, como si los habitantes Pokémon todavía estuvieran acobardándose en los edificios, durmiendo por haber combatido toda la noche, o habían abandonado el maldito lugar por temor. El aire seguía frío, ya que el sol nunca brillaba directamente sobre la abandonada ciudad a través de la máscara de nubes.

Y a través de estas calles marchaban Scythe y el Equipo Ascuas, junto a todos los miembros del Equipo Ruedafuego que salieron sanos y salvos de la tormenta. Char no podía soportar el sombrío silencio entre ellos. Era como si estuvieran marchando hacia su perdición. Sabía que Lucario estaría furioso–por más de una razón–y que todos los Pokémon que lo rodeaban tendrían que unirse para resistir su cólera y aceptar las consecuencias de lo que había ocurrido.

Char no sentía culpa por lo que su poder había hecho, a pesar de que otros Pokémon habían muerto esa noche. Era como Prince le había dicho: él no tenía control sobre la Llamada, y así que cualquier daño que causara no podía ser su culpa. Fue un accidente trágico, y nada más. Nadie era culpable. Nadie debía ser condenado.

Pero, como la naturaleza dicta, cuando algo terrible ocurre, la responsabilidad debe ser puesta sobre alguien, incluso cuando no hay un culpable. Y sabía que Lucario pondría aquella responsabilidad sobre él y sobre Prince. Desde ese punto, no sabía lo que ocurriría. Sentía que ni Scythe ni Prince lo sabían tampoco.

Char posó su mirada atrás hacia la multitud. Lily estaba ahí, con la cabeza gacha y siguiendo las rocas bajo sus pies con sus ojos. La mirada de Legend era inexpresiva, como si se estuviera ocupando con sus pensamientos. Iel el Camerupt parecía absolutamente exhausto a medida que caminaba pesadamente junto al equipo, haciendo que Char se preguntase si realmente estaba dormido con los ojos abiertos y los pies en movimiento. Un pensamiento gracioso saltó en su mente: el Equipo Ruedafuego no parecería fuera de lugar al lado del Equipo Remordimiento, luego de cómo el equipo de Scythe se había visto por las últimas semanas, constantemente esforzándose al máximo–sin mencionar a Scythe mismo, ya que Char finalmente comenzó a entender por qué siempre había parecido un Pokémon tan agotado y viejo...

Entre el solemne grupo, Saura parecía el más desubicado. Una diminuta sonrisa siempre cruzaba su rostro, la cual siempre se convertía en una genuina mueca radiante cada vez que los ojos de Char pasaban sobre él. Una vez, sin embargo, cuando Saura no le estaba prestando atención; Char notó que retrocedía con violencia como si hubiera sido picado por una avispa. Pero pronto notó la mirada de Char y le sonrió, y Char no le pudo devolver la sonrisa.

Saura no estaría tan feliz, le dijo su mente a Char a medida que su corazón se hundía más y más. Saura estaría triste, como el resto de nosotros. Pero Saura no puede recordar... Saura ya no es Saura...

Finalmente, sin encontrarse con ninguna otra alma, el grupo arribó al salón de reuniones cruzando la calle del Bastión de Rayquaza.

... ... ...


La asamblea ya hacía tiempo había entrado en sesión cuando el Equipo Ruedafuego ingresó al salón.

Era el mismo lugar en donde Legend había contado su historia la noche anterior, pero hoy, era un lugar muy diferente.

La habitación estaba repleta de pared a pared con Pokémon, muchos más que los que habían asistido a la narración. La noche anterior, los Pokémon rebosaban de alegría, entusiasmo, y suspenso, mientras se aferraban a cada palabra que Legend profería. Hoy, sus emociones eran distintas. Sus miradas eran inexpresivas. Pasmadas. Descorazonadas. Confundidas.

Y no era Legend el que se paseaba de un lado a otro en el mismo centro de la habitación, el foco de la atención. Hoy, era Lucario, parado ante los presentes miembros del Equipo Arrepentimiento. Char captó un vistazo de Zahira la Dragonite entre ellos.

Lucario no parecía furioso o alterado de alguna forma. Parecía pensativo, de hecho. Emitió un vistazo hacia la dirección de Prince cuando este ingresó, pero no reconoció su llegada al público de otra forma. Continuó paseándose a través del suelo.

—La prueba de anoche ha sido un testamento de nuestra fuerza como división de resistencia —continuó Lucario, hablando muy categórica y respetuosamente, su voz resonando sin oposición alguna—. Pues hoy, a diferencia de aquel día de hace tanto, todavía nos erguimos, aunque muchos de nuestros compañeros han caído. Treinta y seis de nuestros mejores no lograron completar la noche, y doce más han sufrido lesiones... No debemos olvidar que ellos se han llevado los golpes que estaban dirigidos hacia el resto de nosotros. Debemos respetar sus intenciones, continuar con sus legados. Y así... en solo unos momentos, daré inicio a las asignaciones, como siempre. No ignoraremos nuestros deberes por el bien de la autocompasión. Adicionalmente, necesitaremos ayuda para reconstruir las instalaciones que han sido dañadas.

Char se enfocó de repente; a pesar de que parecía en un comienzo que Lucario simplemente se paseaba por la habitación, en realidad estaba ascendiendo por las escaleras, ¡acercándose a ellos! Se tensó. Las multitudes de equipos de resistencia también soltaron un jadeo, notando ahora quién estaba en la habitación.

—Tú —dijo con calma Lucario, luego de que se hubiera acercado lo suficiente como para fulminar los ojos de Prince con la mirada—. Tú no estabas invitado a esta asamblea. ¿Qué te hace pensar que eres bienvenido aquí?

—Pregúnteselo a Scythe, si es de su agrado —retornó Prince—. Él me ha traído.

—Scythe... por más de que tu reputación te preceda, tú tampoco eres bienvenido aquí —dijo Lucario—. Sabes que considero este salón de asambleas como un lugar sagrado para convocar a mi propia división de resistencia. No permito que otros asistan. Por favor, márchate.

Lucario sonrió. No era una sonrisa agradable. Era una sonrisa deliberada, amarga. Se acercó a los Pokémon más jóvenes del grupo, mirándolos lascivamente.

—Apuesto que ustedes pobres niñitos querrán saber de qué estoy hablando, ¿verdad? —dijo Lucario con fingida lástima—. Viendo que solo han sido arrastrados del collar por estos... niñeros de ustedes, siento lástima por ustedes. Así que les llenaré de lo que ellos han ignorado contarles. Para empezar, Prince, o alguno de sus miembros de equipo si es por eso, no son miembros de la División Esmeralda. No lo han sido por un muy, muy largo tiempo.

Char sostuvo el aliento. No se atrevió a decir ni una palabra.

—No... verán, Prince lidera su propia división aparte de la mía. Creo que eligió llamarla la División Plateada, ¿estoy en lo cierto? —dijo Lucario con sarcasmo, mirando a Prince por un momento—. Verán, Prince estuvo en desacuerdo con una de mis decisiones hace mucho tiempo, así que se desprendió de mí, formando su propia división, y llevándose a muchos de mis seguidores como suyos. Pero hoy, su división solo tiene un equipo registrado en ella: el suyo. Eso es porque la División Plateada no duró mucho. Resistió solo un día antes de reducirse a cenizas, y los equipos de resistencia fueron asesinados, los únicos remanentes siendo aquellos que se hacen llamar miembros del Equipo Ruedafuego. Desde entonces, le he otorgado cuartel en mi fortaleza y le he permitido usar mis instalaciones a su beneficio. Pero Prince lidera un equipo de resistencia independiente. Mi fortaleza no es su hogar.

—Ahórrese esta lección de historia, Lucario, solo hemos venido por una razón —dijo Scythe con rapidez—. Habíamos planeado marcharnos en nuestra expedición hoy. Debemos conocer la nueva localización de la Torre del Tiempo. Entonces nos habremos ido, fuera de su vista, de su mente.

—¿Todavía van tras Dialga? ¿Incluso después de lo que hicieron ayer anoche? —se burló Lucario—. ¿Todavía... honran a esta Llamada como algo sagrado? Bueno... ya que están aquí, me imagino que podría también contarles lo que me ha rondado por la mente desde anoche. Y ya que fueron tan amables de interrumpir mi asamblea, puedo decirlo en la presencia de la división entera.

Las palabras de Lucario eran tan ácidas, tan rebosantes de malicia contenida, que Char quería ir a esconderse en algún lugar. Podía decir que algunos de los miembros del grupo se sentían de igual manera. Prince se erguía ante la diminutiva figura de Lucario, ojeándolo desde arriba.

—Prince... te ofrezco una elección —le dijo Lucario directamente, con la voz llena de falsa gentileza—. Una elección muy simple y directa. Ahora, no puedo negar cuán útil has sido para mí en estas últimas décadas. Tu equipo ha sido un recurso para esta división que no puedo ignorar. No me malinterpretes, Prince. Tengo los niveles más altos de respeto hacia ti. Pero... has puesto a mi división en peligro por última vez. Tus acciones han causado tantos estragos sobre las paredes que he construido, las calles que he pavimentado, y los Pokémon a los que llamo mis propios hijos e hijas... Así que, Equipo Ruedafuego, desde este día en adelante, he decidido que la División Esmeralda ya no será un refugio para la Llamada. Yo ya no hospedaré este... este poder destructivo por más tiempo, bajo las vacías esperanzas y promesas de que ayudará a destronar al Maestro, cuando no ha hecho más que causarme miseria. Tu decisión, Prince: lleva a tu equipo, y márchate de la fortaleza, y nunca más te encuentres o asocies con la División Esmeralda.

—¿Es esa una decisión, o un edicto? —retornó Prince—. ¿Cuál es la otra opción que me va a dar?

—La otra opción... —dijo Lucario—. Si deseas quedarte... solo debes desahuciar a un miembro de tu equipo. ... ... ella.

Lucario señaló con el dedo, casi con desprecio, a la Bayleef que estaba temerosamente detrás de algún punto de la figura de Prince.

Lily estaba pasmada. Sus ojos abiertos del pavor, su aliento se trabó en su garganta. En nada de tiempo, su cuerpo se estremecía como si un peso hubiera sido echado sobre su espalda.

¡Pero Lily no tuvo nada que ver! —exclamó Char, antes de saber lo que estaba diciendo—. ¡Fui yo el que llamó a los fantasmas! ¡Fui yo! ¡Destiérreme a mí si tiene que hacerlo!

—Oh, sí planeo desterrarte a ti también, Char —le habló de vuelta Lucario, condescendientemente—. Espero que tus niñeros te saquen de mi jurisdicción para el final del día. En cuanto a Lily, entiendo que su poder no es ni casi tan fuerte como el tuyo, pero mientras cualquiera de ustedes está por aquí, una tragedia como la de anoche podría ocurrir en cualquier momento. Le daré a ella dos meses, y espero que ya no esté en mi territorio para entonces. Que vayas con ella, Prince, es completamente tu decisión. Ahora, fuera.

—Todavía necesito esa información —dijo Scythe de nuevo—. ¿A dónde se ha movido la Torre del Tiempo?

—¡Dije, fuera! —gruñó Lucario, volviendo al centro de la habitación en donde la audiencia murmuraba entre ellos.

Scythe brincó hacia adelante.

—¡Me enfrentaré a usted, Lucario! —advirtió él, elevando la voz—. ¡No dejaré que te interpongas en el camino de mi misión!

—¡Y todos los Pokémon en esta habitación se enfrentarán a ti! —replicó Lucario, igualándole la voz y girándose para encararlo de nuevo—. Un paso más, Scyther, y haré que te escolten de este edificio y te arrojen en las afueras, posiblemente inconsciente. Además... realmente no creo que tenga que decírtelo...

Scythe retrocedió, bajando la cabeza. Lucario continuó su caminata hacia el centro de la habitación.

—Hagamos... lo que dice —gruñó Scythe—. Vamos. Nos marchamos.

A Lily no tuvieron que pedírselo. Ella ya se había disparado hacia la puerta, una dolida mueca atravesando su rostro, antes de que Scythe siquiera dijera la orden.

—¡Lily! —jadeó Prince, haciendo ademán de seguirla—. ¡Lily, espera!

Pero ya se había ido.

... ... ...


Sin haber logrado absolutamente nada en la asamblea, el grupo volvió penosamente a la base del Equipo Ruedafuego cruzando la calle.

Era tan extraño ver el lugar todavía en una pieza. Los fantasmas habían atravesado las paredes, sin tocar nada de los muebles o la arquitectura. Lo que Char había recordado por último como una cámara de horrores era ahora un lugar de seguridad una vez más.

O quizá no lo sería por mucho tiempo... dependía ahora en la decisión que Prince tendría que hacer.

Cuando Prince hizo ademán de abrir la puerta, apenas tuvo que tocarla antes de que se abriera por su cuenta–Kabir estaba en el umbral, con aspecto muy triste y sin decir una palabra.

—¡Kabir! ¡Bendiciones de Arceus, sigues con vida! —clamó Prince, su humor iluminándose al instante—. Esta es la mejor noticia que he tenido–

Pero Prince tuvo que detenerse a media respiración, y también el resto que estaba alrededor de la entrada: cuando se abrió completamente, reveló una escena muy perturbadora: a Kabir le faltaba el brazo derecho.

—Con un costo, Prince —dijo él sombríamente—. Fui estúpido... Me transporté dentro de una pared... El brazo se me trabó, los fantasmas me cercaban... Tuve que transportarme, y cuando me di cuenta, ya no estaba. Por lo menos no era la mano con la que escribo...

Ray se estremeció, cerrando los ojos por un momento. Char se sintió intranquilo también con solo ver al lesionado Smeargle.

—Vaya... —susurró Saura—. Apuesto a que duele...

—Apenas me interesa, a estas alturas —le dijo Prince, abrazándolo de repente—. Solo estoy contento de verte a salvo.

—Je... ugh, ahora... Ahora si solo pudiera aprender a transformarme como un Ditto, podría recuperarlo... —gruñó Kabir, devolviéndole el abrazo con su brazo restante—. Dicen que es imposible de aprender, pero... Voy–voy a ver por mi cuenta si es cierto o no.

Char siguió a Prince dentro de la base, lanzándole una mirada de simpatía a Kabir en el camino.

—Kabir... Por casualidad, ¿vino Lily aquí hace unos momentos? —le preguntó Prince.

—Sí, se fue a su habitación —replicó Kabir—. No parecía muy feliz. No quería hablar conmigo.

Prince se acercó a la puerta cerrada, sin atreverse a empujarla. Por un momento pareció que iba a llamar a la puerta, pero dejó caer la cabeza y decidió no hacerlo.

—Déjenla descansar —ordenó él—. No la molesten. Hablaré de esto con ella cuando retornemos de la expedición. Debería estar terminada bien antes del final del mes. Ahora... ya que todos estamos presentes, y me iré pronto, demos inicio a nuestra asamblea...

Char, Saura, Ray, y Scythe esperaron cortés pero impacientemente en la esquina mientras Prince celebraba una reunión con sus miembros de equipo. Pareció durar una eternidad, ya que cada miembro presente reportaba el estado actual de sus asignaciones, y se les daba nuevas según lo consideraban necesario. Char sintió un poco de pena por el equipo; sabía que actuaban de forma independiente, y esto era su reemplazo a la reunión de Lucario, a la que se les prohibió entrar. De una forma, todavía eran su propia división de resistencia.

La División Plateada.

La asamblea continuó y continuó y continuó, a medida que Prince discutía los intrincados detalles de cada una de sus salidas. Finalmente, levantó la sesión, mandando a todos a sus habitaciones para prepararse para las salidas del día, o afuera para prepararse para sus nuevas misiones. Mientras se marchaban, miró hacia la puerta de la habitación de Lily–todavía cerrada. Soltó un suspiro.

—Ahora, todos tus asuntos están hechos —dijo Scythe, aproximándose a él desde el lugar en donde había estado sentado por la última hora—. Reúne los suministros. Nos marchamos de inmediato. No hay forma de saber cuánto nos tomará encontrar a dónde saltó la Torre del Tiempo. Debemos investigarlo. Posiblemente sobornar a los centinelas por información si podemos. Pero necesitamos empezar a progresar mientras haya luz diurna.

—Bien, vayamos —le dijo Prince—. Tengo los suministros ya listos...

Prince abrió el armario de su equipo, y descolgó las dos bolsas más grandes de sus colgadores. Char reconoció una de ellas como la bolsa de Alakazam. La colocó ante Scythe, quien la alzó sobre su hombro como siempre lo hacía, intentando encajarla sobre su espalda en una manera cómoda. También sacó la bolsa del Equipo Ascuas, todavía repleta con sus propios objetos favoritos. Siempre que pudieran ser acarreados, no había tal cosa como demasiados suministros; la ruta sería larga, no había pueblos en donde reabastecerse en el camino, y la Torre del Tiempo todavía era un lugar muy desconocido. La deslizó por sobre su propia espalda, ahorrando a los niños su oneroso peso. Necesitarían cada pizca de fuerza que tenían.

Luego, Prince sacó algo muy extraño del armario.

Era un diminuto saco marrón, casi como el tipo en el que las Semillas Revivir estaban guardadas, amarrado con un muy corto cordel. El nudo parecía tan apretado y seguro que Char se preguntó si siquiera era posible abrirlo sin quemar el saco entero hasta reducirlo a cenizas. Algo colgaba ahí dentro, al parecer más grande y pesado que una Esfera Mágica. Con una cuerda parecida a un cinturón, Prince ató el saco cómodamente alrededor de su cintura, lanzando rápidamente una mirada de afección hacia él.

—Una última cosa... —murmuró él, escarbando más profundo en el armario—. No podemos olvidar los emblemas. Los tengo por aquí en algún lugar...

Sacó otro saco, uno que parecía bastante grande, y comenzó a sortear sus objetos.

—... Qué extraño... —murmuró.

—¿Qué...? —demandó Scythe, acercándose—. No me digas... ¡¿los emblemas de rescate no están?!

—No, están justo aquí —dijo Prince, todavía removiendo los contenidos de la bolsa con la mano—. Pero... algo más falta... Nuestro mapa.

—¿El mapa a la Torre del Tiempo? —supuso Scythe—. Imagino que eso es inútil ahora, viendo que ya no tenemos idea de dónde está la torre...

—No, no... —dijo Prince, comenzando a reír nuevamente. Era la misma risa siniestra que había soltado antes del llevar a Scythe a la reunión de Lucario—. No sé quién lo hizo, pero uno de ustedes tomó el mapa de esta bolsa. Char, no podrías haber sido tú, tú estuviste en tu habitación toda la noche... Scythe, no tienes manos... hmm... Interesante. Muy interesante.

Char, Saura, y Ray estaban boquiabiertos, pero intentaban esconderlo. Sabían exactamente por qué el mapa no estaba. Char sintió mariposas en el estómago cuando Prince lanzó una mirada deliberada directo hacia él.

—Estaban planeando marcharse sin mí —dijo Prince simplemente—. Lo sabía.

—Eso ya no es de importancia ahora —dijo Scythe—. Ahora que la localización de la torre es desconocida, necesitaremos estar unidos, los cinco...

—Oh, es de grandiosa importancia, me temo —devolvió Prince—. Supongo que es hora para mí de hacerte una confesión, Scythe... Esperaba que no llegara a esto, pero... La Torre del Tiempo no se ha movido en lo absoluto.

—¿Qué? —dijo Scythe rasposamente—. ¿A qué te refieres?

—Siempre ha estado en el mismísimo lugar en donde la encontré.

Los ojos de Scythe se agrandaron, una conmocionada ira llenándolos con rapidez.

—Soborné a algunos de los centinelas para que reportara su localización en el lugar equivocado —explicó Prince, encogiéndose de hombros—. Por lo tanto, Lucario también pensó que estaba en el lugar equivocado, y no lo sabía bien, así que los mapas fueron dibujados incorrectamente... ahora parece que los centinelas me han traicionado debido a lo que ocurrió anoche, y el secreto salió a la luz... La torre está a dos kilómetros y medio al sursuroeste de la entrada al Abismo del Destino, por lo menos a veintidós días de caminata desde donde estamos ahora. No que tú sabrías dónde está eso. Yo conozco el camino de memoria.

—¡¿C–cuándo planeabas contarme esto?! —estalló Scythe—. Habríamos–

—Habrían acabado perdidos y solos, y helados, sin mí —continuó Prince—. Pero esa no era mi intención. Me imaginé que intentarían dejarme atrás en cualquiera de los puntos de descanso. Así que les hubiera contado en la primera noche que solo yo conocía las verdaderas direcciones. De esa forma necesitarían confiar en mí. Pero tengo que darte crédito, Scythe. ¡No esperaba que fueras y me dejaras en el Fuerte Esmeralda antes de siquiera empezar! Tienes suerte de que la Llamada ocurriera cuando lo hizo... tú y Char hubieran muerto congelados en medio de la nada antes de que yo fuera capaz de rescatarles. Entonces... je je... je je je... De una forma, supongo que los eventos de anoche fueron... ¿afortunados?

El cuerpo de Scythe se desplomó en el suelo, haciendo que Char diese un respingo. Char observó como Scythe se ponía de rodillas ante Prince, la confusión y la absoluta humillación cubriendo su alicaído rostro. Se encogía a medida que hablaba.

—Me has superado en un encuentro físico... y ahora me has superado en un juego mental, también —murmuró Scythe, cerrando los ojos dolidamente—. Tú... tú ganas, viejo amigo. Yo cedo. No tengo nada más... No hay nada más que pueda hacer para prevenir que vengas. No hay nada más que pueda hacer. Ve, entonces. Guíanos al norte. Nosotros te seguiremos, y haremos lo que digas.




Afueras de Esmeralda



Cuando Prince guio al grupo a través de la entrada noroeste del Fuerte Esmeralda, todos preparados para dejar atrás la base y comenzar su larga, larga caminata a través del salvaje ártico, Char se sorprendió de ver a una enorme asamblea de Pokémon aguardándolos justo al otro lado del muro.

Era una ceremonia de despedida, y la mitad de la División Esmeralda entera debía estar allí. Char incluso pensó ver a unos cuantos miembros del Equipo Arrepentimiento entre las filas.

Char sacudió la cabeza y parpadeó varias veces. Al volver a mirar, seguían allí.

—Eh, ¿chicos? —preguntó él en voz baja—. ¿Acaso... acaso hay un montón de Pokémon mirándonos? ¿O solo estoy imaginando cosas?

—Han venido a simpatizar con nosotros —le devolvió Prince en un susurro—. Lucario amenazó con desterrarme en frente a todos, después de todo. No pensaba que sería tomado demasiado bien... Y además, luego de este incidente con Lucario, todos ahora conocen tu secreto, Char...

Char abrió mucho los ojos. Sí... al responder a Lucario, él había revelado su secreto a todos, ¿no?

Prince se quedó quieto por un momento y detuvo el movimiento de su equipo, y los Pokémon de la División Esmeralda dieron un estruendoso clamor tan potente que sacudió el suelo.

Dejó a Char sin aliento escuchar tantas voces, tantos tipos diferentes de alaridos de Pokémon sonar a la vez. Sonó como la respuesta que Legend había recibido la noche anterior, pero muchos más Pokémon estaban presentes ahora, todos gritando y alentando juntos... y supo que era para él, y para todos los Pokémon que estaban a su lado, quienes lo habían guiado hasta este punto y habían creído en él, algunos anticipando su llegada por décadas antes de su aparición, listos ahora para llevarlo al dios que él había atraído desde los salones de la eternidad...

Y su espíritu se elevó.

A Char nunca le habían aplaudido antes. Su condición siempre había permanecido bajo envolturas, oculta del público general salvo por algunos selectos. Pero ahora, colmado de estos resonantes aplausos que nunca parecían terminar, era imposible no sentirse vivo. Char sintió que tanto frío y dolor y desesperanza se ahogaban, siendo reemplazados por el más profundo y firme tipo de coraje y confianza que uno podía sentir. Girándose hacia sus compañeros, vio que Ray apretaba los puños y levantaba bien alto la cabeza, sonriendo de oreja a oreja y emitiendo un pequeño círculo de luz sobre el suelo mientras su cuerpo resplandecía. Vio los ojos de Saura, tan abiertos como era posible, reluciendo del asombro. Vio que incluso Scythe parecía renovado por toda la atención, y que no podía contener una sonrisa propia.

Era simplemente increíble. Incluso después de tan horrible noche, incluso después de sufrir las muertes de sus compañeros, los Pokémon de la resistencia estaban celebrando. Lo celebraban a él. Celebraban a la Llamada.

Prince comenzó a caminar nuevamente, y el grupo empezó a atravesar la aparentemente interminable muchedumbre de Pokémon. Char marchaba orgullosamente a su lado, concentrando su audición en las voces individuales que exclamaban algo hacia su dirección.

—¡Podrías acabarlo! —alentó una sorprendentemente preciosa Milotic desde el costado del camino—. ¡Acabar con el reino del Maestro!

—Tantas vidas perdidas —dijo el Abomasnow parado al lado—, todas tendrán un significado ahora, gracias a ti...

—¡La División Plateada, vive de nuevo! —exclamó un Delcatty que estaba junto a una enorme cobra morada—. ¡Prince marcha de nuevo!

—¡Oye, Prince! Cuídate por allí, ¿está bien? —vociferó un Weavile, flanqueado por un Marshtomp y otro Weavile—. No me gustaría tener que rescatarte...

—¡Sí, y todavía te debemos un rescate, también! —agregó el Marshtomp.

—¡Yérguete, pequeño dragón! —vociferó Zahira—. ¡Mantén ese pequeño fuego!

Naxi el Flygon estaba prácticamente en el medio del camino, ojeando a Char a medida que pasaba.

—Char... —gruñó él—. Una vez que te ganes el corazón de los dioses... Recuerda. No dejes que nadie más intente controlar tu poder. Solo puede ser tuyo. Cuando te dispongas a destruir al Maestro... no dejes que te engañe. Aplástalo contra el suelo, y nunca tengas piedad. Él no merece nada más después de todo lo que ha hecho.

Al final cuando ya no había más Pokémon, Legend se paró en frente de todos y abrió el camino, haciendo una reverencia con la cabeza. A medida que se aproximaban a él, la multitud finalmente se calmó.

—Bien, mi Prince —habló Legend—. He de verte otra vez... ya sea en un par de docenas de días, o en el salón de la eternidad... y si lo último viene a acontecer, que sepas que ha sido un honor pararme junto a ti todos estos años, y ver que todo por lo que luchaste, todo por lo que la División Plateada luchó, dé sus frutos finalmente... E incluso si yo demuestre ser un pobre reemplazo tuyo, y el equipo que has guiado se desmorone y se disperse con el paso del tiempo, tu flama vivirá en los corazones de todo Pokémon que me escuche hablar, por todo el tiempo que yo esté vivo. Y Char, lo mismo va para ti.

Legend se acercó a Char, bajando la cabeza lo suficiente como para hablarle directamente.

—Char... ¿ya has decidido qué le pedirás al dios del tiempo? —rogó Legend—. Ya, he empezado a formular un poema sobre ti y tus amigos. Quizá pueda cambiar el corazón de Lucario de nuevo con él. Pero... me gustaría que tuvieras un motivo. Un motivo que no haya sido forzado dentro de ti, sino algo que sea tuyo. ¿Qué debería decir la leyenda sobre ti? ¿Has escogido algo?

—Sí, ya sé lo que le pediré —replicó Char luego de un momento de pensarlo—. Me di cuenta de algo... incluso si el Maestro ya no existiera... no creo que pueda ser feliz. Porque... porque tengo un puñado de muy buenos amigos, los mejores amigos que cualquiera pudiera querer...

Char miró hacia las caras de sus compañeros, hacia Scythe, quien había perdido la cabeza, hacia Saura, quien había perdido y ahora olvidado a su familia, hacia Ray, quien había perdido a su hermano y se había pasado el resto de su vida luchando por solo vivir en su sombra, y hacia Prince, quien había perdido todo lo que tenía luchando para que la Llamada pudiera vivir...

—... Pero están todos rotos —dijo Char—. Le pediré a Dialga... que mis amigos ya no estén rotos.

Los amigos de Char parecieron sorprendidos, y conmovidos, por estas palabras. Legend asintió, ofreciéndole a Char una profunda sonrisa de comprensión.

—Entonces ya no me pararé en tu camino —dijo él, elevándose a su altura completa y retrocediendo hasta el costado del camino—. ¡Todos juntos ahora, vayan! ¡Marchen! ¡Las leyendas les esperan!

—Por los cielos, cuiden de Lily —le dijo Prince—. Si yo no retorno... Pregúntenle a dónde le gustaría ir... y denle lo que pida.

—¡Eso haremos, mi Prince! ¡No te inquietes por las cosas que dejas atrás aquí, ellas serán bien administradas en tu ausencia! —dijo Legend de nuevo, elevando la voz—. ¡Vayan, vayan! ¡Marchen todos!

Y finalmente, Char y sus amigos comenzaron su excursión a través de la fría tundra de Ambera boreal, y eventualmente en la congelada tierra conocida como Zerferia.

A medida que el Fuerte Esmeralda se encogía detrás de ellos, volviéndose nada más que una mota en el horizonte, Char todavía podía escuchar el aullido de la voz de Legend, combinándose con las recogidas voces de los equipos de resistencia, coreando a los cielos:

Y hasta que las estrellas el cielo atraviesen,
Montañas caigan y océanos se sequen,
Aunque el sol ante los ojos descendiera,
Esta llama... ¡no dejen que muera!


Fin de la Temporada II



Traducido por WillChar96.
Translated by WillChar96.
[[Índice]]

Luego de la terrible noche y el encuentro con los Vigilantes a causa del inesperado estallido de la Llamada, Char tiene que lidiar ahora con un Saura dañado mentalmente por uno de los espeluznantes fantasmas. Sin embargo, el viaje a la Torre del Tiempo debe continuar.

Parte 1. Parte 2.

Traducción del capítulo NO revisado. Cuando el autor haga la respectiva revisión, haré los cambios respectivos y retiraré esta nota.


Este fanfic no me pertenece. Solo me encargo de las traducciones y de la publicación de las mismas, con la previa aprobación del autor original.
El autor original es ScytheRider.
Título original: Pokémon Mystery Dungeon: Silver Resistance - Chapter 41: Wounded
© 2014 - 2024 WillChar96
Comments15
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AkemiNikki's avatar
Por fin!!! He tenido tiempo de lleer esta última parte... Ahora me toca leer los siguientes capítulos! esta sin duda fue una genial forma de terminar la temporada :D